Aprendi y decidi

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar…

 

decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas

decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución

decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis

decidí ver cada noche como un misterio a resolver

decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

 

Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos, aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar, descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui, me dejó de importar quién ganara o perdiera, ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.

Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”.

Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, “el amor es una filosofía de vida”.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente;

Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás. Aquel día decidí cambiar tantas cosas… aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no duermo para descansar… ahora simplemente

duermo para soñar.

 

Walt Disney

Solo una sugerencia

Nunca olvidaré a Jake. Sus piernas parecían demasiado delgadas y larguiruchas como para sostenerlo contra la corriente del río. Sus botas altas impermeables remendadas y descoloridas parecían más viejas que él. Su chaleco pescador estaba hecho tiras y sostenido con alfileres; su viejo sombrero estaba maltratado y mancado de sudor; su anticuada vara de pescar estaba rota y amarrado con cinta adhesiva.

Observé cuando caminó contra la corriente a un lugar de aguas tranquilas y empezó a tirar. ¡Entonces lo noté! Estaba pescando en las mismas aguas en las que yo había pescado antes ese mismo día y sacando truchas donde yo no había atrapado nada. Era un hombre que me podía enseñar algunas cosas. Todo lo que tenia que hacer era preguntar.

Aprendemos cuando escuchamos a los que han ido delante de nosotros y saben más que nosotros, un conocimiento que perdemos cuando nuestro orgullo se interpone en el camino. Podemos aprender de los demás cuando nos humillamos y reconocemos lo poco que sabemos. La disposición a aprender es una marca de los que son verdaderamente sabios.

Dejemos entonces nuestro orgullo atrás y demos la oportunidad a todos aquellos que tienen algo que enseñarnos, por más pequeño que parezca.

¡Un billete!

Pablo, con el rostro abatido de pensar, se reúne con su amiga Laura en un bar a tomar un café. Deprimido, descargó en ella sus angustias… que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación!…

 

Todo parecía estar mal en su vida. Laura introdujo la mano en su bolso,

saco un billete de $500.00 pesos y le dijo: ¿Quieres este billete? Pablo, un poco confundido al principio, le contestó: Claro, Laura son $500.00 pesos ¿quién no los querría? Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelotita a Pablo, volvió a preguntarle: Y ahora, ¿lo quieres también? Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo $500.00 pesos. Claro que lo cogeré si me lo das.

Laura desdobló el billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie, levantándolo luego sucio y marcado. ¿Lo sigues queriendo?

Mira, Laura, sigo sin entender a donde vas, pero es un billete de $500.00 pesos y mientras no lo rompas, conserva su valor

Pablo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido…

Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado. Pablo se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.

Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal… pero me debes un billete nuevo de $500.00 pesos para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite. Le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.

Pablo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta…

¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor, de que realmente merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos? Claro que no basta con el mero propósito.

Se requiere acción y existen muchos caminos.

El Chino y el arroz

EL CHINO Y EL ARROZ

Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un hombre chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina.  El hombre se dirigió al chino y le preguntó:
–    Disculpe señor, ¿de verdad usted cree que el difunto vendrá a comer el arroz?

El chino le respondió:
–    Sí, cuando el suyo venga a oler sus flores…

Moraleja:

Respetar las opiniones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener.  Las personas son diferentes, por lo tanto actúan diferente y piensan diferente.  No juzgues, solamente comprende, y si no lo puedes comprender; olvídalo.

La Piedra de Sopa

Por: Marcelo Perazolo *

En un pequeño pueblo una mujer se llevó una gran
sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño
correctamente vestido que le pedía algo de comer.

Lo siento -dijo ella-, pero ahora mismo no tengo nada en
casa.

No se preocupe, dijo amablemente el extraño, tengo una
piedra de sopa en mi cartera. Si usted me permitiera
echarla en una olla de agua hirviendo yo haría la más
exquisita sopa del mundo. Consiga una olla muy grande
por favor.

A la mujer le picó la curiosidad, puso la olla al fuego
y fue a contar el secreto de la piedra a sus vecinas.
Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se
había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra
de sopa.

El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó
una cuchara con verdadera delectación y exclamó:
¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas papas.

– ¡¡Yo tengo unas papas en mi cocina!!, gritó una mujer.

Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente
de papas peladas que fueron derecho a la sopa. El
extraño volvió a probar el brebaje: ¡Excelente! dijo y
añadió pensativamente:

– Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido más
apetitoso.

Otra ama de casa salió zumbando y regreso con un pedazo
de carne que el extraño tras aceptarlo cortésmente
introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el
caldo, puso los ojos en blanco y dijo:

– ¡Ah , qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas
verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto…

Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió
con una cesta llena de cebollas y zanahorias; después de

introducir las verduras en el puchero, el extraño probó
nuevamente la sopa y con tono autoritario dijo: -la sal.

Aquí la tiene, le dijo la dueña de casa. A continuación
dio otra orden: ¡¡Platos para todo el mundo!!.

La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de
platos.

Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.

Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida
comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones
de su increíble sopa.

Todos se sentían extrañamente felices mientras reían,
charlaban y compartían por primera vez su comida. En
medio del alborozo, el extraño se escabulló
silenciosamente, dejando tras de si la milagrosa piedra
de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran
hacer la más deliciosa sopa del mundo…