Batalla sin retorno

Terribles luchas asolaban a China en épocas de la última dinastía. La moral de los soldado decaía ante las sucesivas derrotas y la gran cantidad de bajas.

Dispuesto a levantar la moral de su ejercito, el capitán decidió hablar con sus soldados para incentivar su coraje.

Al observar las miradas escépticas y exhaustas de los jóvenes, resolvió que recurriría a una estrategia diferente: llevó la flota completa de sus barcos hasta la costa enemiga.

Los soldados, agotados, levantaron sus tiendas en tierra y se retiraron a dormir. Aprovechando la oscuridad de la noche, el capitán envió a dos de sus hombres a quemar toda la flota, con la instrucción de no dejar una sola nave en condiciones.

A la mañana siguiente, cuando los soldados vieron los barcos destruidos, no salían del estupor. De inmediato, el capitán los arengó con firmeza y confianza: “¡Soldados, si queremos salir con vida de esta isla, nuestra única alternativa es ganar la batalla!”.

Esa fue la primera de una larga serie de victorias que lograron la pacificación del país.