Cosas que deseo para ti

Ésta es una lista de todo lo que deseo para ti:

Felicidad… muy dentro de ti.

Serenidad… en cada amanecer.

Éxito… en cada faceta de tu vida.

Amigos… muy cercanos y pendientes de ti.

Amor… que nunca termine.

Conocimiento… de la gracia y el amor de Dios.

Recuerdos especiales… de todo el ayer.

Un brillante hoy… en todo lo que hagas.

Sueños… por los que te esfuerces para hacer realidad.

Y gratitud… por todas las cosas maravillosas.

Solo una sonrisa

¿Has observado tu rostro cuando lo ilumina una sonrisa?

La transformación es instantánea.

Asoma de improviso el yo que todos anhelamos.

Un fenómeno divino se desencadena y. desde ese momento, todo es posible.

Se diría que la edad se neutraliza en una chispa de jovialidad que automáticamente se presenta en la mirada.

Por lo tanto, cuando las preocupaciones te agobien, asómate enseguida a la ventana de un espejo y descubrirás lo sencillo que es cambiar la tortura facial del sufrimiento (con sus variantes de dolor, abatimiento, rencor, y pesadumbre) en un milagro donde irradia la esperanza: la sonrisa.

Pequeña pero poderosa fuerza es una sonrisa.

Es el toque mágico que asegura el éxito.

¿Un tesoro gratis a tu alcance!.

Pablo López del Castillo

Solo Un Dialogo

Niño:   ¿Cómo se llama esta flor?

Viejo: Se llama “No me olvides”

Niño:     ¿Quién le habrá puesto ese nombre?

Viejo: Vamos a pensar que se lo puso Dios.

Viejo:   ¿Qué haces?

Niño:   Estoy arrancando espinas

Viejo:   ¿Por qué?

Niño:   Los venaditos no llevan zapatos, verdad?

Viejo: Verdad, niño.

Niño:   ¿Quién hace las guerras?

Viejo: Los hombres que se olvidan de los niños.

Niño:   Ayer vi dos pájaros en ese nido, ahí sobre del árbol.

Hoy solo queda uno vivo.   ¿Cuál de los dos habrá muerto?

Viejo: Seguramente el macho

Niño:   ¿Cómo lo sabes?

Viejo: Si no, el nido estaría vacío.

Niño:   ¿Qué piensas cuando alguien se va de viaje?

Viejo: Que volverá y lo veré

Niño:   Y… ¿cuándo alguien se muere?

Viejo: Que yo tendré que hacer un viaje para verlo

Niño:   No entiendo

Viejo: Ya entenderás.

Niño:   ¿Qué quieres ser cuando seas más grande?

Viejo: Me gustaría se el jardinero de las estrellas,    ¿ Y a ti?

Niño:   Yo quisiera ser Dios

Viejo:   ¿Por qué?

Niño:   Para hacerte jardinero de las estrellas.

Eco

Un hijo y su padre caminaban en las montañas. De repente, el hijo se lastima y grita ¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!

Para su sorpresa oye una voz que repetía en algún lugar de la montaña: ¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!

Con curiosidad el niño grita: ¿Quién está ahi? Recibe por respuesta: ¿Quién está ahi?

Enojado con la respuesta, el niño grita: ¡Cobarde! y recibe de respuesta: ¡Cobarde!

El niño mira a su padre y le pregunta: ¿Qué sucede? El padre sonríe y le dice: “Hijo mio, presta atención”  y entonces el padre grita a la montaña: Te admiro. De nuevo el hombre grita: Eres un campeón, y la voz responde: Eres un campeón

El niño estaba asombrado pero no entendía. El padre le explicó: la gente lo llama eco, pero en realidad es la vida.

Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.

Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa en el alma de los que conoces.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado.

Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

Alguien dijo:

Si no te gusta lo que recibes, revisa muy bien lo que estás dando.

Autor anonimo

Batalla sin retorno

Terribles luchas asolaban a China en épocas de la última dinastía. La moral de los soldado decaía ante las sucesivas derrotas y la gran cantidad de bajas.

Dispuesto a levantar la moral de su ejercito, el capitán decidió hablar con sus soldados para incentivar su coraje.

Al observar las miradas escépticas y exhaustas de los jóvenes, resolvió que recurriría a una estrategia diferente: llevó la flota completa de sus barcos hasta la costa enemiga.

Los soldados, agotados, levantaron sus tiendas en tierra y se retiraron a dormir. Aprovechando la oscuridad de la noche, el capitán envió a dos de sus hombres a quemar toda la flota, con la instrucción de no dejar una sola nave en condiciones.

A la mañana siguiente, cuando los soldados vieron los barcos destruidos, no salían del estupor. De inmediato, el capitán los arengó con firmeza y confianza: “¡Soldados, si queremos salir con vida de esta isla, nuestra única alternativa es ganar la batalla!”.

Esa fue la primera de una larga serie de victorias que lograron la pacificación del país.