Crea tu propia vida

Permítete enamorarte, liberarte, y pon tu vista en un lugar muy alto.

Mantén tu cabeza erguida porque tienes todo el derecho a hacerlo.

Repítete que eres un individuo magnifico y… CRÉELO.

Si no crees en ti mismo nadie más lo hará.

¡Crea tu propia vida y vívela!

Buscando la Felicidad

Los discípulos le preguntaron a Hu-ssong:

-Maestro: ¿cuál es el mejor sitio para buscar la felicidad?

Les contesto el filósofo:

-Aqui.

-Maestro: ¿cuál es el mejor tiempo para buscar la felicidad?

Y respondió Hu-ssong

-Ahora.

-Maestro: ¿cuál es la mejor forma de ser felices?

Y respondió Hu-ssong

-Hacer felices a los demás.

Entonces comprendieron los alumnos que la felicidad no está lejos en el tiempo ni en el espacio. Se halla cerca.

Está aquí, está ahora y está en nosotros.

Armando Fuentes Aguirre.

El Grano de Cafe

Una hija se quejaba con su padre de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí lleno tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de cafe. Las dejo hervir, sin decir palabra.
La hija esperó impaciente, preguntándose que estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos los colocó en otro plato. Finalmente, colocó el café en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo:
-Querida, ¿qué vez?
-Zanahorias, huevos y café -fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella noto que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de quitarle la cáscara,observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó:
-¿Qué significa esto, padre?
Él le explico que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al gua fuere, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido, pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café, sin embargo, eran únicos: después de estar en el agua hirviendo, habían cambiado el agua.
-¿Cuál eres tu, hija mia? Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? -le preguntó a su hija.
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, de vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación o un despido te has vuelto dura y rígida? Por fuera te vez igual, pero ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecidos?
-¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición, el café alcanza su mejor sabor.
Ojalá logres ser como el grano de café y, cuando las cosas se pongan mal, tu puedas reaccionar en forma positiva sin dejarte vencer y hagas que las cosas a tu alrededor mejoren.
Que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea. Que puedas esparcir con tu fuerza, optimismo y alegría, el “dulce aroma del café”.

Autor anonimo

Qué Milagro

A eso de caer y volver a levantarte, de fracasar y volver a comenzar, de seguir un camino y tener que torcerlo, de encontrar el dolor y tener que afrontarlo; a eso, no le llames adversidad, llámale sabiduría.

A eso de sentir la mano de Dios y saberte importante, de fijarte una meta y tener que seguir otra, de huir de una prueba y tener que encararla, de planear un vuelo y tener que recortarlo, de aspirar y no poder, de querer y no saber, de avanzar y no llegar, a eso, no le llames castigo, llámale enseñanza.

A eso de pasar días juntos, radiantes, días felices y días tristes, días de soledad y días de compañía; a eso, no le llames rutina, llámale experiencia.

A eso de que tus ojos miren y tus oídos oigan y tu cerebro funcione y tus manos trabajen y tu alma irradie y sensibilidad sienta y tu corazón ame; a eso, no le llames poder humano, llámale milagro.

Autor anónimo.

Lluvia de estrellas

Existían millones de estrellas en el cielo. Estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas, azules.
Un día inquietas, se acercaron a Dios y le dijeron: -Señor Dios, nos gustaría vivir en la tierra entre los hombres.
-Así será -respondió el Señor-. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, como las ven los hombres, para que puedan bajar a la tierra.
Cuentan que en aquella noche hubo una linda lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños y la tierra quedó maravillosamente iluminada.
Pero, con el pasar del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando la tierra oscura y triste.
-¿Por qué volvieron? -Pregunto Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo.
-Señor, no nos fue posible permanecer en la tierra, allí existe mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha injusticia.
Y el Señor les dijo:
-¡Claro! El lugar de ustedes es aquí en ele cielo. La tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquello que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere, nada es perfecto. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno, donde nada perece.
Después de que llegaron las estrellas, al verificar su número, Dios habló de nuevo:
-Nos está falando una estrella. ¿Será que se perdió en el camino? Un ángel que estaba cerca replicó:
-No señor, una estrella resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrir que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límite, donde las cosas no van bien, donde hay lucha y dolor…
-¿Que estrella es? -volvió a preguntar Dios.
-Es la esperanza, Señor. La estrella verde. La única estrella de ese color.
Y cuando miraron para la tierra, la estrella no estaba sola. La tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita retener es la Esperanza.
Dios ya conoce el futuro, y la Esperanza es propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe como será el futuro.
Recibe en este momento esta estrellita en tu corazón, la esperanza, tu estrella verde. No dejes que ella huya y no permitas que se aparte.
Ten la certeza de que ella iluminará tu camino, sé siempre positivo y agradece a Dios todo. Sé siempre feliz y contagia con tu corazón iluminado a otras personas.

Autor Desconocido