Anudar y Desanudar

Dos estatuas de tigres decoraban la entrada de la casa de un anciano chino. Como una de ellas no estaba terminada, el señor convocó a los artesanos del pueblo para finalizar la obra, pero ninguno logró llevar a buen término la misión encomendada.

El anciano decidió preguntar a un sabio cómo debía proceder. “Quien ató el nudo debe desatarlo”, fue el consejo de éste. El señor, entonces, dedicó todos sus esfuerzos a hallar al escultor que había comenzado aquella estatua y el trabajo fue concluido.

 

 

Una sola palabra

Es una palabra que lo dice todo y no dice nada.
Es la comunión de dos almas que sólo buscan ser una misma.
Es la mano que se extiende para dar y para darse.
Son los nombres de los que amamos.

Son los ojos que nos miran de una manera diferente.
Es el rostro que miramos tratando de entregarle el alma.
Es la fecha que no olvidamos.
El día que pensamos que realmente comenzamos a vivir.
El momento en que el dolor nos arropó y un abrazo nos hizo regresar a la vida.
Son las canciones que nos hablan de nuestras historias.

Son las lágrimas de una madre que se acaba de enterar que carga en su vientre a un hijo.
Son las palpitaciones en el corazón del padre que espera su llegada.
Es la sonrisa de un niño luego de haber pintado su tarea.
Es la carta que se escribe con ilusión y añoranza.
Es despertarse cada mañana y tener a alguien en quien pensar.
Son los amigos que siempre nos aman y no desaparecen con el tiempo.

Es perdón… es respeto…es cuando todo tiene sentido si se trata de nosotros.
Son los momentos de silencio. Es la risa y el llanto.
Es cuando puedo recostar mi cabeza
en el hombro de alguien y cuando presto mi hombro para que ese alguien
haga lo mismo.
Es cuando miramos ese ser querido y sin querer,
pensamos en todas las razones por las cuales le queremos tanto…

Es el perfume que nos recuerda ese alguien especial.
Es la respuesta a cualquier pregunta.
Es lo que somos y la razón por la que existimos.

Es un madero y su historia.
Son los amigos que se aman como hermanos.
Es un suspiro… una emocionada caricia… un beso.
Es una palabra en el momento correcto e indicado
buscando afanosamente expresarlo todo.

Es la razón de vivir de cada hombre y mujer sobre la tierra.
Es lo que muchos buscamos sobre la tierra.
Lo que otros condenan y rechazan.
Es todo lo que queremos, y cuando está en nuestras manos,
es como nada.
Es el sinónimo de vida en cuatro letras….
AMOR

Arriesgarse

Reír es arriesgarse a parecer un tonto.

Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.

Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse.

Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.

Exponer tus ideas y tus sueños es arriesgarte a perderlos.

Amar es arriesgarse a no ser correspondido.

Vivir es arriesgarse a morir.

Lanzarte es arriesgarte a fallar.

Esperar es arriesgarse a la desesperanza. Pero debes tomar los riesgos, porque el peligro más grande en la vida es no arriesgarse.

La persona que no arriesga, no hace ni tiene nada. Posiblemente evite sufrimientos y preocupaciones, pero simplemente no puede aprender, sentir, cambiar, crecer, amar y vivir.

Sólo una persona que se arriesga es libre.

 

Autor Anónimo.

Desistir

Un joven chino decidió estudiar fuera de su país. Durante su ausencia, su novia -para aliviar la espera- comenzó a tejer en el telar una finísima seda.

Después de transcurridos dos años de su partida, el joven regresó a su país y le dijo a su amada: “He vuelto porque no podía soportar la separación”.

Su enamorada, mostrándole la tela de seda que había realizado, la corto sin titubear. El tejido comenzó a deshacerse entre sus manos. Entonces le dijo: “Si no terminas lo que has empezado, sucederá como con mi tejido: todo lo que has hecho hasta ahora no habrá servido de nada”.

El joven retomó sus estudios y regresó junto a su amada siete años más tarde, después de haber concluido con éxito su carrera.

La vaquita

Cuenta la leyenda que cierto Maestro marchaba por los caminos con su aprendiz.

Un día, arriban a un pobre vivienda al lado del camino y se acercan a pedir alimento.

Con buena voluntad, los humildes habitantes del lugar les ofrecen lo poco que tenían.

Al verlos tan pobres, el Maestro les pregunta: “Cómo hacen para vivir ?” y, el dueño de la casa le comenta: “Pues Usted verá, tenemos aquella vaquita que nos da leche. Tomamos algo y con el resto hacemos queso que vendemos en el pueblo y, con lo que obtenemos de la venta, compramos lo que podemos. Somos pobres, pero gracias a la vaquita vamos viviendo“.

Luego de dormir un rato a un costado de la vivienda y siendo aún de noche, el Maestro despierta al aprendiz para seguir la marcha. A poco que se habían alejado de la vivienda, le dijo: “Regresa a la casa, toma la vaca y arrójala por el acantilado“.
El muchacho se espantó, pero, fiel a su voto de obediencia, cumplió con las órdenes del Maestro. Su sentimiento fue de horror y nunca pudo superar el trauma que esta cruel instrucción le causó en su espíritu.

Años después, este joven aprendiz ya adulto y habiendo abandonado al Maestro, tuvo en suerte volver a pasar por el mismo camino. Su espíritu no pudo menos que sobrecogerse al recordar la terrible acción que había cometido y buscó la pobre casita para enterarse cuál había sido el destino de la humilde familia.
Le costó encontrarla… dónde antes había estado la humilde vivienda ahora había un bella casita, con un jardín cuidado, una huerta, flores y varios animales de corral.

– “Pobre gente” -pensó para sus adentros- “… con mi ciega obediencia, al matar su vaquita les causé un daño irreparable y tuvieron que irse…“. Se acercó y golpeó sus manos para llamar la atención de los moradores.

Un hombre mayor salió a recibirlo, su rostro denotaba felicidad y su ropa era prolija y agradable… le resultó vagamente conocido.

– “Señor” -preguntó- “me podría decir qué fue de la familia que vivía en esta casa años atrás ?
– “Pues… Usted verá… nosotros vivimos en esta casa desde siempre, nunca ha pertenecido a otra familia

Sorprendido el joven insistió: “Pero, aquí vivía una familia humilde a la que tuve la suerte de conocer hace muchos años atrás, acaso son la misma familia que conocí ?, cómo hicieron para progresar tanto ?

– “Ohhh… no lo recuerdo… pero ya que pregunta no tengo inconveniente en contarle… nosotros vivíamos de una vaquita que nos daba la leche y con ella nos arreglábamos para subsistir. Cierto día, la vaquita murió despeñada en el barranco y tuvimos que aguzar nuestro ingenio para sobrevivir.
Mis hijos empezaron una huerta y sus productos nos alimentaron y nos permitieron abastecer el mercado local, yo aprendí las artes de la alfarería y me convertí en un afamado artesano, hoy vienen desde lejos a comprar mis piezas, mi esposa retomó sus trabajos de costura y sus prendas también son requeridas a kilómetros a la redonda.
Prosperamos y las penurias de la pobreza acabaron para nosotros…

Dios nos ayudó matando nuestra vaquita!!