Convertirse en una flor

Uno de los principales métodos zen de meditación consiste en la observación de un objeto y el intento, en cierta forma, de penetrar en él, con la finalidad de verlo desde su interior.

“Conocer la flor es convertirse en la flor, ser la flor, florecer como la flor y gozar de la luz del sol y de la lluvia. Cuando hago esto, la flor me habla y conozco todos sus secretos, todas sus alegrías, todos sus sufrimientos; es decir, toda su vida vibrando dentro de sí misma. No solo eso: al lado de mi conocimiento de la flor conozco todos los secretos del universo, lo que incluye todos los secretos de mi propio Yo, que ha venido eludiendo hasta ahora mi persecución de toda la vida, porque me he dividido en una dualidad, el perseguido, el objeto y la sombra.

Ahora, sin embargo, al conocer la flor me conozco a mí mismo, Es decir, al perderme en la flor conozco mi Yo lo mismo que la flor.”

D.T. Suzuki.

Sería muy interesante que todos practicaramos esta forma de meditación y que pudieramos penetrar el interior de una flor, de una piedra o de un animalito, que lo hicieramos frecuentemente y después con la practica pudieramos penetrar y convertirnos en alguno de nuestros hermanos los hombres, en alguno de aquellos a quienes llamamos “no amigo” si hicieramos esto, se desvanecerían todos nuestros resentimientos, nuestros miedos, y todos esos sentimientos y pensamientos que no nos causan ningun beneficio.

Hariamos así, un mundo de comprensión, compación y paciencia con los que nos rodean.

 

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