Un joven chino decidió estudiar fuera de su país. Durante su ausencia, su novia -para aliviar la espera- comenzó a tejer en el telar una finísima seda.
Después de transcurridos dos años de su partida, el joven regresó a su país y le dijo a su amada: “He vuelto porque no podía soportar la separación”.
Su enamorada, mostrándole la tela de seda que había realizado, la corto sin titubear. El tejido comenzó a deshacerse entre sus manos. Entonces le dijo: “Si no terminas lo que has empezado, sucederá como con mi tejido: todo lo que has hecho hasta ahora no habrá servido de nada”.
El joven retomó sus estudios y regresó junto a su amada siete años más tarde, después de haber concluido con éxito su carrera.