Un comerciante debía cruzar un río en bote para llegar al mercado. Tan apresurado estaba por recorrer el trayecto ene l menor tiempo posible, que no se detuvo cuando su espada cayó al agua.
Dijo entonces al botero: “No te detengas, haremos una marca en el bote en el lugar donde cayó la espada y mañana, cuando crucemos el río nuevamente, podremos encontrarla”.
Al día siguiente, volvió a cruzar el río en el mismo bote. Cuando llegó a la mitad, intentó sin éxito encontrar la espada, pero sólo vio la marca que había hecho. Quejándose, llegó a la otra orilla sin haber podido recuperarla.
El comerciante comprendió que, antes de tomar una decisión es necesario evaluar todas las consecuencias de ella.