Un campesino trabajaba todos los días de sol a sol. Agotado por el esfuerzo, una tarde decidió echarse a descansar debajo de un árbol.
Después de un tiempo, un conejo que venía huyendo de un perdedor embistió precisamente el árbol bajo el cual el campesino reposaba.
Esa noche, el hombre pudo llevar el alimento a su familia sin ningún esfuerzo.
Desde ese día dejó de trabajar y cada mañana volvía a sentarse debajo del árbol, a la espera de otra presa fácil. Como no apareció ninguna, el campesino y su familia se fueron volviendo más pobres y murieron de hambre.