Durante un festival religioso caminaba el Buda a la orilla del río cuando encontró una mujer de dudosa reputación intentando cruzarlo.
Se dispuso a ayudarla y la cargó hasta la otra orilla.
Los sacerdotes y seguidores que lo acompañaban, quedaron sorprendidos ya que estaba prohibido “tocar mujer” durante las festividades y empezaron a comentar y cuchichear el tema unos con otros.
Después de muchas leguas de caminata, algunos monjes tomaron coraje y finalmente le dijeron:
– “Buda, ¿si nos está prohibido tocar a una mujer durante los días santos, cómo te atreviste a cargar esa mujer pecadora?”
– “Yo sólo ayudé a una mujer en apuros”, les contestó, “Ustedes son los que aún la vienen cargando desde el río”.