Nunca olvidaré a Jake. Sus piernas parecían demasiado delgadas y larguiruchas como para sostenerlo contra la corriente del río. Sus botas altas impermeables remendadas y descoloridas parecían más viejas que él. Su chaleco pescador estaba hecho tiras y sostenido con alfileres; su viejo sombrero estaba maltratado y mancado de sudor; su anticuada vara de pescar estaba rota y amarrado con cinta adhesiva.
Observé cuando caminó contra la corriente a un lugar de aguas tranquilas y empezó a tirar. ¡Entonces lo noté! Estaba pescando en las mismas aguas en las que yo había pescado antes ese mismo día y sacando truchas donde yo no había atrapado nada. Era un hombre que me podía enseñar algunas cosas. Todo lo que tenia que hacer era preguntar.
Aprendemos cuando escuchamos a los que han ido delante de nosotros y saben más que nosotros, un conocimiento que perdemos cuando nuestro orgullo se interpone en el camino. Podemos aprender de los demás cuando nos humillamos y reconocemos lo poco que sabemos. La disposición a aprender es una marca de los que son verdaderamente sabios.
Dejemos entonces nuestro orgullo atrás y demos la oportunidad a todos aquellos que tienen algo que enseñarnos, por más pequeño que parezca.