Eco

Un hijo y su padre caminaban en las montañas. De repente, el hijo se lastima y grita ¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!

Para su sorpresa oye una voz que repetía en algún lugar de la montaña: ¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!

Con curiosidad el niño grita: ¿Quién está ahi? Recibe por respuesta: ¿Quién está ahi?

Enojado con la respuesta, el niño grita: ¡Cobarde! y recibe de respuesta: ¡Cobarde!

El niño mira a su padre y le pregunta: ¿Qué sucede? El padre sonríe y le dice: “Hijo mio, presta atención”  y entonces el padre grita a la montaña: Te admiro. De nuevo el hombre grita: Eres un campeón, y la voz responde: Eres un campeón

El niño estaba asombrado pero no entendía. El padre le explicó: la gente lo llama eco, pero en realidad es la vida.

Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.

Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa en el alma de los que conoces.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado.

Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

Alguien dijo:

Si no te gusta lo que recibes, revisa muy bien lo que estás dando.

Autor anonimo

Un regalo diario

¿Cuándo fue la última vez que observaste la vida y estuviste asombrado? Asombrado al darte cuenta de que estabas vivo, asombrado por el orden infinito que existe en los objetos más sencillos. Asombrado al darte cuenta de cuán frecuentemente pasas por alto los regalos de la vida.

Hoy, ve las cosas como por primera vez. Mastica tu comida más lentamente. Presta atención a cómo huelen las cosas. Escucha los sonidos que llegan a tus oídos.

El presente es un regalo para que lo abras.

El milagro de vivir

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque; un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno de sabio. Fue entonces cuando el poderoso dirigiéndose al sabio dijo: “Me han dicho en el pueblo que eres una persona poderosa y que inclusive puedes hacer milagros”.

“Soy una persona vieja y cansada – ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros? – respondió

“Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso

“¿Te refieres a eso? – Tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros lo hace Dios, yo solo pido se conceda un favor al enfermo o para el ciego y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo”.

“Yo quiero tener la misma fe para realizar los mismos milagros que tú haces, muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios”.

Ante la insistencia de aquel hombre poderoso, el sabio acepto mostrarle tres milagros. Y así, con la mirada serena y sin hacer ningún movimiento le preguntó: “¿Esta mañana volvió a salir el sol?”.

“Sí, claro que sí”.

“Pues ahí tienes un milagro, el milagro de la LUZ”.

“No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra, mira hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas”.

“¿Quieres ver un verdadero milagro? No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?”.

“¡Sí! fue varón y es mi primogénito”.

“Ahí tienes el segundo milagro, el milagro de la VIDA y del AMOR”.

“Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro”.

“¿Acaso no estamos en época de cosecha? ¿No hay trigo y sorgo donde hace solo unos meses había tierra?”

Si, igual que todos los años.

“Pues ahí tienes el tercer milagro LA CREACIÓN”.

“Creo que no me he explicado, lo que yo quiero”… Sus palabras fueron cortadas por el sabio, quien convencido de la obstinación de aquel hombre y seguro de no hacerle poder comprender la maravilla que existe en todo aquello que le había mostrado, señalo: “Te he explicado bien, yo hice todo lo que podía hacer por ti, si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.

Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiro, muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó el conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron sanadas.

El joven estaba algo desconcertado: “Maestro te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero? – El maestro respondió – “Lo que buscaba él no era un milagro, sino un espectáculo, le mostré tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno, no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día”.

conejo

EL DÍA QUE APRENDAS A RECONOCER CON AMOR, TODAS LAS PEQUEÑAS COSAS QUE OCURREN EN TU VIDA, ESE DÍA COMPRENDERAS QUE NO NECESITAS MÁS MILAGROS, QUE LOS QUE LA VIDA TE DA TODOS LOS DIAS SIN QUE TÚ LOS HAYAS PEDIDO. TODOS LOS DIAS SUCEDEN MILAGROS…TENER LA VIDA ES UNO DE ELLOS.

Un abrazo de LUZ y AMOR.